Santiago,
la joya oriental de la isla. Ahí, entre sierras, con un calor aplastante –no
por nada llaman a la región “zona caliente”- y un ronroneo de motos, llegué
hasta ella una vez más. Tuve la dicha de ir a Santiago en las dos oportunidades
que viajé a Cuba. Ay mamá, nunca pasé tanto calor durante una travesía como
ahí.
Hay mucho
para ver, oler y degustar. Varios lugares históricos y también belleza natural
en los alrededores.
El cuartel
Moncada es casi la primera parada obligatoria ubicada cerca del centro, lugar
tomado por los rebeldes que se oponían a la tiranía de Fulgencio Batista el día
26 de Julio de 1953. Todavía se pueden apreciar los agujeros de balazos en las
paredes exteriores. Hoy en día en este lugar funciona un centro escolar,
inteligente y perspicaz iniciativa de Fidel Castro resignificar aquel espacio
conquistado con sangre por el devenir de la tinta y las ideas.
Otro lugar
importante, al cual llegué en una de las innumerables motos que constituyen el
medio de transporte más rápido para moverse en la ciudad, es el cementerio
Santa Ifigenia, donde yacen, eternamente iluminados, los restos de uno de los
hombres más brillantes que haya visto Latinoamérica: José Martí.
Por una de
las entradas de la ciudad –la más cercana a la terminal de ómnibus- se puede
ver también un majestuoso monumento a Antonio Maceo, uno de los jefes del
Ejército Libertador. Tremendo el impacto visual, realmente vale la pena
acercarse hasta el lugar. También, para aquellos interesados en las artes y la
danza en las inmediaciones se hallan las instalaciones del teatro municipal.
Otro
emplazamiento atractivo es el estadio de béisbol, hogar de las Avispas. Si
enganchás un juego, te recomiendo que asistas.
Una cita
imperdible es la casa del pru, la bebida refrescante más rica que he probado
hasta ahora. Hecha con hierbas como raíz china, bejuco, jaboncillo y pimienta
dulce. Un peso la pinina y te la sirven en el acto. Imperdible. Y cruzando la
calle podés encontrar a muchas personas en acaloradas discusiones sobre béisbol
y jugando dominó al mismo tiempo, en el momento del día que sea.
Saliendo de
la ciudad, un descanso tranquilo es la playita de Siboney. Apta para armar la
carpa y pasar un rato en la naturaleza. Se llega fácilmente desde el parque del
Palo del Aura, de ahí salen las máquinas –autos compartidos con otros
pasajeros-, el pasaje en el momento costaba diez pesos en moneda nacional, de
manera que no habrá variado demasiado.
Otro lugar
de visita obligatoria es El Cobre, dónde se halla el magnífico santuario que
alberga a la virgen del Cobre, patrona de Cuba y señora de la isla. También se
puede visitar en los alrededores el monumento al cimarrón. En una de las
ocasiones acampamos en la base del mismo, con el permiso de los guías con los
que compartimos la cena que improvisamos allí. Una noche maravillosa, ya que se
pueden apreciar las estrellas sin ningún tipo de intervención de luces artificiales.
Hasta la
próxima! Nos vemos en Granma..