lunes, 30 de marzo de 2015

Trinidad (Cuba)

                Este fue otro de los viajes que hice junto a mi buen amigo Ale. La ciudad de Trinidad, que ya tiene más de medio siglo de vida, se encuentra al sur de la provincia de Sancti Spíritus y es uno de los destinos turísticos más populares del Caribe. Conserva el aspecto que tenía durante la colonia; con sus calles de adoquines y músicos en las esquinas puede conquistarte inmediatamente, eso sin contar las espectaculares playas, con la calidez del mar Caribe bañando sus costas y las cadenas serranas que la rodean.



            Con Ale llegamos por la tarde –luego de haber invertido pacientemente alrededor de tres horas en conseguir los pasajes dos días antes-, y nos dimos a la inmediata tarea de buscar un hostal. Después de andar y alejarnos un poco de las inmediaciones del parque central Ale procedió hábilmente a negociar con un hombre al que encontramos en la calle y que era dueño de una casita. Allí nos quedamos por el módico precio de 8 CUC la noche. La casita tenía todo, hasta aire acondicionado, terraza, víveres y  una botella de ron Mulata con los que el arrendador nos convidó sin reservas.

           Después de la cena, salimos a dar un paseo por las calles. La noche estaba hermosa y regresamos tardísimo –consecuencia ineludible de salir acompañado con una botella de ron-. Pasamos por el bar  de The Beatles (siempre hay uno en los puntos más concurridos de la isla) y nos quedamos en un cordón, mirando las estrellas y respirando aires coloniales en pleno siglo XXI.


             Al día siguiente fuimos a playa Ancón, que se encuentra a unos diez kilómetros aproximadamente de la ciudad. Fuimos hasta un cruce en coche –el carro tirado con caballos- y allí hicimos botella –o dedo-, aunque no pasaban muchas almas por aquellos páramos en esas horas de sol abrasador, el conductor de una ambulancia nos hizo la gauchada de llevarnos después de que pasaran unos veinte minutos y tres taxis que se ofrecieron a llevarnos por unos cuantos dólares y que dejamos convenientemente pasar.




            Playa Ancón está bárbara, pero como se encuentra en las inmediaciones de un hotel esta superpoblada de turistas. Si lo que uno busca es un remanso más tranquilo quizás no sea la playa más adecuada, pero cuenta con todos los servicios. De todas maneras uno puede ponerse en plan caminante e irse alejando de la zona más concurrida como terminamos haciendo con Ale y encontrar arenales más solitarios.



           Encontramos en nuestro camino varios cangrejos y cosas marítimas, extrañas para alguien litoraleña como yo, y que no perdí la oportunidad de fotografiar.





               Pasamos todo el día ahí hasta las seis de la tarde cuando salía la guagua de los trabajadores para la ciudad. Una vez allí fuimos a recorrer los alrededores un poco más alejados del centro y fuimos a parar a las ruinas de una vieja iglesia, de regreso pasamos también por La Canchánchara, una especie de bar ambientado pero en el que no nos detuvimos por estar ya anocheciendo y con ganas de cenar.


            El otro día lo invertimos en visitar varios museos –Trinidad está repleta de ellos-, históricos, de ciencias naturales y de arte. Sólo nos detuvimos para comer en una pizzería y por unos granizados, que básicamente consisten en hielo molido y un poco de esencia que saboriza la bebida; no cuesta más de dos pesos en moneda nacional y literalmente te salvan las papas cuando se está recorriendo las ciudades y te entra la sed.






            Por la tardecita teníamos el transporte para Santa Clara así que después de esperar un rato –esperar es la clave de viajar por la isla-, nos despedimos de la ciudad, alegres y con el corazón contento de haber pasado unos días tranquilos, entre delirios literarios –Ale es también del club de las Letras-, habanos en la terraza y tererés en la playa…


miércoles, 18 de febrero de 2015

Yaguajay (Cuba)

   Yaguajay es una ciudad al norte de la provincia de Sancti Spiritus, está a uno o dos kilómetros de la costa y aunque no es un destino turístico tiene unas perlitas que no son recomendables perder si uno anda por la zona o no tiene programa para el finde.


        Tal vez si no hubiera conocido a Yassiel, uno de los buenos amigos que la ciudad de Santa Clara me dio, oriundo de esa ciudad, jamás la hubiera conocido. 


         Salimos desde la parada de la Universidad en una guagua bastante temprano, pero también hay transportes que salen desde la terminal y que son más sencillos para el viajero que todavía no conoce la dinámica de las rutas villareñas.

       En menos de dos horas llegamos y después de hacer el ‘acampe’ en su casa –que tiene tremenda vista al mar- fuimos a conocer el museo de Camilo Cienfuegos, que es por lejos, espectacular y muy rico en documentos, fotografías y objetos históricos.






     Después alquilamos un coche –que es el carro tirado por un caballo- y le pedimos que nos acercara hasta Rancho Querete, que es una reserva con pozas de agua helada y cuevas muy parecida al Nicho.

            Tuvimos que volver al día siguiente porque llegamos muy sobre la hora ya que el guardavidas se iba a las seis, aunque ni lentos ni perezosos anduvimos explorando de aquí para allá y de regreso hicimos parada en una guarapera que estaba cerca. El guarapo –la bebida que sirven ahí- es lo que resulta de prensar la caña de azúcar más el añadido de un poco de hielo. Muy recomendable de degustar y resulta muy refrescante –aunque dicen que puede hacerte bajar la presión a mí nunca me pasó-.


            Por la noche hicimos ronda de mate cocido y Uno, el famoso juego de cartas que Laurita había traído. Nos reímos mucho con las ocurrencias del hermanito de mi amigo Yassiel hasta que se hizo tarde y hubo que dormir porque al día siguiente teníamos que desquitarnos en el Rancho. 
               El segundo día lo invertimos casi por completo allí. Una delicia de lugar, el agua súper helada, música en el parador y poca gente, uno puede relajarse tranqui en ese paraíso que no es tan conocido como el Nicho pero que no tiene nada que envidiarle.



          En resumen, Yaguajay es una ciudad tranquila, como para descansar o hacer excursiones en la naturaleza. No hay mucha movida nocturna a excepción del danzón que es dónde va la gente mayor a bailar a la nochecita; una excelente oportunidad para compartir la música popular in situ y no caer en los clásicos cabarets para extranjeros típicos en La Habana o ciudades como Matanzas.


Hasta la próxima!

viernes, 13 de febrero de 2015

Caibarién (Cuba)


         Viaje relámpago. La ciudad costera más cerca de Santa Clara: Caibarién fue el lugar para esa típica escapada nuestra de fin de semana. Está a una hora en bus aproximadamente y cerca de los cayos.

     Cuando llegamos fuimos caminando hasta el malecón (costanera) y ahí nos instalamos con el tereré un rato hasta que lentamente fuimos rumbeando para la parte en que estaba la playa.
      Explorando por ahí encontramos un monumento hecho de huesos: tremendo, sobre todo porque parecía estar hecho de huesos de vaca. Yo me volví loca, porque ya hacía varios meses que no comía asado, así que el ‘guardián’ se convirtió en una especie de símbolo de resistencia para mí.

 

             Hay lugares muy tranquilos y con sombra, y como no es un destino ‘turístico’ uno puede estar bastante relajado y disfrutar del silencio, o como en nuestro caso, de los refranes, porque decidimos poner a prueba nuestra internacionalidad tratando de completar los refranes del otro. 





        Unos metros más adelante hay un hostalito muy lindo que también cuenta con un paladar bárbaro. Almorzamos ahí como reyes, creo que por dos dólares cada uno. 


             Sé de un par de amigos que suelen quedarse el finde ahí también a pasar la noche. El sitio se llama La Tormenta. ¡Cien por ciento recomendable!

        También hay almejas y caracoles para juntar en la playa... Claro, ese es un vicio que no se me quita cada vez que voy a una playa.


          Y a la vuelta, -a la entrada de la ciudad- hay un cangrejo enorme, que da la bienvenida a la ciudad, hecho por un escultor muy importante, Florencio Gelabert.
         Nos despedimos hasta la próxima de la ciudad porque ese día había un juego de béisbol imperdible en Santa Clara, pero la cita para pasar el finde quedó pendiente para la siguiente ocasión...

Hasta la próxima!

viernes, 30 de enero de 2015

El Nicho (Cuba)

         El nicho es un lugar fabuloso que se encuentra en alguna parte de la cadena montañosa del Escambray. Difícil acceso si uno lo hace sin taxi, pero existen otros medios de llegar si uno va con algo de paciencia.
      Tuve la suerte de ir con un grupo grande. Salimos de Santa Clara por la mañana temprano rumbo a Cumanayagua en una guagua –bus- Astro, que es la empresa estatal. Mi carnet de estudiante permitía que yo pudiera viajar por ese medio de transporte no estando así obligada a recurrir a  Vía Azul, que es la empresa turística para los extranjeros.
       Una vez en Cumanayagua, como éramos alrededor de veinte, alquilamos entre todos un camioncito que nos llevara hasta el Nicho por diez pesos cubanos cada uno aproximadamente. 

      El viaje estuvo entretenido, porque nuestros equipajes y nosotros mismos íbamos de un lado para el otro, bastante parecido al samba.. y las subidas y bajadas por las sierras no ayudaban para nada. Pero al fin llegamos.

     El parque nacional donde está el Nicho está a dos kilómetros de un pobladito, allí buscamos un lugar para quedarnos y una vez más entre todos alquilamos una casita por el fin de semana, también a diez pesos cubanos cada uno. 
      Por la noche cenábamos en uno de los paladares que había allí, y para el mediodía armábamos el lunch en el merendero estatal antes de arrancar para donde estaban las pozas de agua. A la noche, música, vodka, ron, juego de cartas y dominó.









       Fue por lejos uno de los mejores viajes que hice en Cuba. Un lugar para no dejar pasar, pero sobre todo para disfrutar con amigos.

Hasta la próxima!