viernes, 2 de mayo de 2014

El primer paso

   Vaya experiencia deliciosa el hecho de comenzar a proyectar un viaje. Casi tan emocionante como realizarlo. Primero viene la idea, como un insecto que se desliza por los pliegues del felpudo de bienvenida, silenciosa y sigilosa primero, e insistente y poderosa luego, cuando la luz de la conciencia se decide a percibirla seriamente. Luego la decisión. Lo más difícil se lo puedo asegurar: la batalla que libramos con nosotros mismos.

   Un viaje de mil millas empieza con el primer paso dijo Lao Tsé hace más de dos milenios y aún hoy en día sigue teniendo vigencia. Sin embargo creo que el filósofo oriental por excelencia dio por sentado en su celebérrima afirmación la naturaleza del primer paso. ¿Fue una omisión a conciencia o acaso pretendió dejar esa parte tan importante del aprendizaje a cargo de nosotros mismos? ¿Acaso importa?
  Es en la naturaleza de este primer paso que nos encontramos prácticamente configurados no sólo como potenciales aventureros sino también como personas. Cuéntame de tu primer paso y te diré quién eres, reformulación new age y bastante atrevida de uno de los refranes más conocido por todos, pero que es válida para probar mi punto.

  Afortunadamente he tenido la oportunidad de poder compartir varios de mis 'primer paso' y otros tantos ajenos, y he comprobado que dependiendo de las característica del mismo, un proyecto, en este caso un viaje, puede desplomarse hacia el abismo más profundo (nótese que es mejor que se haya desplomado a que no haya habido nunca nada) o por el contrario puede erigirse cual castillo de naipes cuyo centro conducirá hasta el mismo astro lunar (estoy pensando en House of Cards, también conocida como El secreto de Sally para ilustrar el punto). El primer paso es mental, es la conjugación de nosotros mismos en los tres tiempos verbales: pasado, presente y futuro. Nuestros miedos, nuestras experiencias, nuestros monstruos, aquello que nos contaron y lo que nos imaginamos libran una batalla en nuestro ser cuyo resultado puede ser incierto... pero si triunfamos... mucho cuidado, porque nuestros pies pueden llevarnos a donde sea.

  El mundo es maravilloso allá afuera, -digo afuera porque queramos o no hay lugares que cuentan como nuestro adentro, en mi caso el adentro es la provincia de Entre Ríos y parte de Santa Fe, son en resumen, esos lugares en los que nos sentimos seguros y contenidos-, el afuera está configurado por tantas variables como sea posible imaginar: historia, política, naturaleza, sociedades (o su ausencia) aspectos culinarios, culturales, literarios, arquitectónicos, idiomáticos, etcétera. Y todas ellas se encuentran en proporciones distintas, variando según cada lugar, esperando que algun viajero se atreva a intentar descifrarlas. Y para eso viajamos (o al menos para eso viajo yo) para descifrar el mundo y para descifrarme a mí misma. Ahí afuera hay 148 940 000 kmde superficie terrestre que espera ser pisada, vista y vivida por aquel que venza su inercia y dé el primer paso hacia sus propias fronteras. Y también está el océano, para aquel que se atreva, 361 132 000 km2  de extensión que esperan ser navegados. 
   Lo desconocido empieza donde terminamos nosotros; el primer paso del que habló Lao Tsé es la vuelta de llave que destraba la puerta y hasta que no la abrimos y atravesamos el umbral sólo conocemos el mundo (el Otro) a través del ojo de la cerradura.
 
  Es para muchos conocida mi aficción por viajar, pero por muchos más sabida mi estrecha relación con la escritura, más aún si de aventuras se trata. Hace poco regresé de pasar unos cuantos meses en la perla del Caribe, gentileza del programa de intercambio de mi Univerisidad. A través de este breve texto, paralelamente a inaugurar el blog doy comienzo a la publicación de mis crónicas de viajes, vividas, plasmadas y escritas en lugares recónditos y no tan recónditos de nuestro planeta.
Adelante, viajero y lector y gracias por leerme.


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