viernes, 3 de octubre de 2014

Girón (Cuba)

    Salimos de Santa Clara con intenciones de llegar a Girón en un camioncito que salió cerca de las diez de la mañana. Éste sólo llegaba hasta Cienfuegos, de manera que una vez allí tuvimos que preguntar una y otra vez hasta que un alma informada y caritativa nos dijo que enfrente del hospital al mediodía salía un camión de color verde que iba para Girón.  Desde que nos subimos hasta que llegamos pasaron casi cuatro horas, el precio era muy bueno –quince pesos cubanos- pero viajar en camión es todo un desafío, y más aún cuando el camino es de varias horas.


   Cuando llegamos lo primero que hicimos fue buscar un hostal que nos alojara, y encontramos uno muy bonito que nos hizo precio por ser estudiantes. Tras dejar las cosas nos fuimos directa y rápidamente a recorrer la playa y sus alrededores.  Girón es un lugar hermoso, casi sin explotar turísticamente así que uno puede ponerse a tomar sol en topless sin pena alguna, tal como hizo una sueca que había llegado un rato antes que nosotras a la playa.


   Hay una especie de murallón que en tiempos de ciclón resguarda la playa y el único hotel que hay. Casi es posible atravesarlo de lado a lado, pero cerca del medio tiene un agujero enorme, infranqueable dadas las condiciones en las que se encuentra el concreto que sostiene la estructura. Lo bonito es que caminando sobre él se pueden ver numerosos cangrejos, de todos los tipos, tamaños y colores.




   Por la noche fuimos a un restaurancito muy lindo y muy rico, en el que por treinta y cinco pesos en moneda nacional se come más que bien.


   El plan para el día siguiente era ir a la cocodrilera, pero la guagua no pasó y autos casi no pasan como para hacer dedo o botella, así que después de comer unas minutas de pescado decidimos visitar el museo y luego hacer playa.


    El museo de Girón está dividido en dos partes, de un lado se encuentran las armas que los estadounidenses usaron para intentar tomar la zona, del otro, están las que usaron los cubanos, cortesía en la mayoría de la Unión Soviética. Cuentan, que la invasión a la Bahía de Cochinos fue una tentativa que fue neutralizada solamente en un par de días y que se cuenta como una de las pocas derrotas yanquis en territorio extranjero.




    Un rato después estabamos entre olas, caracoles, palmeras y cocos. Una combinación con la que podría vivir el resto de mi vida.





   El último día sí pudimos visitar la cocodrilera que queda a unos cuántos kilómetros. Tuvimos que tomar una guagua de las del hotel que por tres dólares nos llevaba y nos buscaba al finalizar el día. Visitamos Guamá, una isla en medio de una especie de pantano a la cuál únicamente se puede llegar en lancha, otro lugar de esos tranquilos de los que no te querés ir. La excursión en lancha cuesta 10 cuc si sos turista y la mitad si sos residente.


   Luego de eso visitamos el parque de los cocodrilos. Había cientos de ellos, tal cuál en los documentales. Claro que ahora están protegidos porque hace unos cuantos años eran cazados para el consumo. También hay varias jutías, serpientes y tortugas. Es un lugar lindo para pasar la tarde.




    La última cena la hicimos nuevamente en el restaurancito acostumbrado, en el que cenamos las tres noches. Comimos camarones y el acostumbrado arroz congrí por sesenta y cinco pesos MN. 
    La vuelta la emprendimos finalmente por la madrugada, cerca de las cuatro, cuando tomamos la guagua para un pueblito cercano llamado Cayo Ramona desde dónde salía el camioncito verde –alias el camión de Rosendo- a eso de las seis de la mañana.


   Hasta la próxima!

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